Entre la duda y el devenir.



Tomando como punto de partida los poemas del dramaturgo alemán Bertolt Brecht, el grupo juvenil de la Escuela de Teatro “José Antonio Páez” de Guanare, asumen un trabajo de composición escénica dirigido por la profesora Ana Durán cuyo resultado es el montaje teatral denominado La Duda.

Una aproximación a la poesía a través del teatro en la cual cuerpo y voz juegan un papel predominante como herramientas de creación artística, trabajo que el elenco conformado por los estudiantes: Natasha Angulo, Adriana Martínez, Freddy Infante, Miguel Rodríguez, Ender Bravo, Edwin Ospina, y con la participación de la profesora Elizabeth Prato, aborda con sentido de compromiso, de manera honesta y sin ninguna vanidad.

Reivindica la Escuela de Teatro su condición de semillero del teatro portugueseño con una demostración fehaciente del nivel de calidad alcanzado por la institución, del compromiso de los docentes para con el oficio que desempeñan y que constituye en cierto modo garantía del porvenir de nuestro teatro.

El elenco juvenil de esta escuela nos regala un espectáculo de compleja estructura compositiva, de exigente contenido literario y riesgosa ejecución, pero que fluye con naturalidad y ritmo acertado, permitiendo el disfrute de la narrativa y los hermosos cuadros visuales que se suceden a lo largo del montaje. La música acompaña acertadamente a las acciones con un repertorio muy bien seleccionado, aportando fuerza emocional al desempeño de estos noveles histriones.

La dirección por su parte, no se aleja del eje Brechtiano y establece con acierto el manejo del espacio, la utilería y el efecto de distanciamiento mediante el cual se logra establecer las conexiones entre las diversas piezas que componen esta propuesta, así como acierta en la paleta de colores sobre la cual se desarrolla la plástica de la puesta en escena.

Notamos, sin embargo, en la función presentada en el marco de la trigésima primera edición del Festival de Teatro de Occidente, el martes 19 de noviembre de 2013, a eso de las 6:35 p.m. en la sala “Eduardo Moreno” de misma escuela de teatro que funciona en el Centro de Bellas Artes de Guanare; algunos aspectos que sugerimos revisar, a saber: tomar mayor conciencia de la respiración para establecer la concentración y el control necesario sobre la energía emocional, cuidado en la proyección vocal para hacer más audibles los parlamentos sin perder el énfasis y la intención logrados, conviene además mejorar la organicidad de los movimientos para hacerlos más fluidos y naturales, especialmente en el preámbulo de la obra.

Tal como lo establece el propio Brecht, podemos permitirnos dudar siempre, pero no nos asalta la duda al afirmar que nuestro teatro sigue contando con ese espacio fundamental que es la Escuela “José A. Páez” para su consolidación como movimiento artístico y su sustento a lo largo del tiempo.

Posteriormente, ya cercanas las 7:40 p.m. presenciamos en la sala “Federico Collado” del Centro Teatral de Occidente Herman Lejter de la ciudad de Guanare, la obra “Alias el papi” de la agrupación La Chamba Teatro (Caracas), escrita y dirigida por Luis Vicente González y en la cual actúan Josmary González (la mami) y Kevin Jorges (el papi).

Un efecto “terapia de choque” parecer ser la intención en la dramaturgia de esta obra que plantea una intensa, pertinente e indispensable reflexión a partir de la historia de dos jóvenes extraviados en la búsqueda de sentido existencial e identidad, mientras luchan por construir una relación que satisfaga sus carencias afectivas. Un retrato crudo de lo que ocurre con los adolescentes y jóvenes de la sociedad venezolana, perdidos entre la falta de valores, el consumismo y fundamentalmente la descomposición familiar.

El director acierta en el planteamiento del montaje, en la musicalización que delimita y ubica concretamente la obra y hace interesantes aproximaciones a una plástica conceptual en la puesta en escena; sin embargo, está aproximación no termina de concretarse y aunque constituye un recurso creativo que apoya y redimensiona las acciones, tampoco aporta valor estético dentro de la puesta (un valor que forzadamente nada tendría que ver con lo “bello”) para flexibilizar el contenido y evitar posibles rechazos haciendo más efectivo el propósito del espectáculo, también es tarea de la dirección revisar la planta de movimientos, para evitar innecesarias reiteraciones que debilitan el impacto del gesto y la postura, así como trabajar la organicidad de los movimientos, dándoles fluidez y eliminando “zonas vacías” de actuación.

Por otra parte, conviene que los histriones controlen con mayor conciencia la energía para hacerse capaces de soportar la carga emocional y el cansancio que producen las acciones, en su mayoría de signo violento. Debe cuidarse también la proyección vocal y el trabajo de dicción, evitando introducir ruidos innecesarios en la pronunciación.

Como colectivo joven es evidente que La Chamba teatro apuesta de manera noble por abordar nuevas formas narrativas y expresivas que sean reflejo de nuestra cotidianidad con la intención de provocar un impacto a través de la reflexión que se genera, esto constituye un elemento de valor imponderable dentro del trabajo de la agrupación lo cual me hace pensar que con el ejercicio continuado y la revisión constante de su trabajo, en la praxis y también desde lo conceptual, pueden lograr altos niveles de construcción escénica. La única manera de alcanzar una meta es ponernos en camino y La Chamba teatro lo está.

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