Juguemos en el bosque mientras el lobo no está

Cada Festival de Teatro de Occidente  -FTO- tiene sus particularidades, una de ellas ha sido muchas veces un estribillo incorporado en alguna obra presentada y que rápidamente se hace popular entre los asistentes.

Así comenzó la trigésima novena edición de este festival que es cita obligada entre los meses de noviembre y diciembre para los amantes del teatro. Un festival que para esta cita del 2023 presenta una estrecha grilla de funciones con una alta calidad de producción sin duda, pero que deja interrogantes al respecto.




Jugamos en el bosque la noche inaugural del FTO 2023 con la agrupación Teatro de la Penumbra que nos visitó desde Distrito Capital con la obra This is Salem. Una deconstrucción de la pieza “Las brujas de Salem” de Arthur Miller bajo la dirección de Andreina Polidor. Una función que apreciamos en la sala Alberto Ravara del Centro Teatral de Occidente este miércoles 22 de noviembre.

En el proceso de investigación y creación se plantearon intensiones bien definidas para este trabajo que no han quedado completamente alcanzadas en el producto escénico, el traslado de las premisas de la obra original para reflejar la actualidad venezolana no termina de apreciarse con claridad y luce más bien forzado ese guiño con el que se intenta hacer un paralelismo entre Salem y Venezuela.

Evidentemente se trata una propuesta escénica experimental y de experimentación con las condiciones suficientes para una constante evolución pero que todavía no logra esclarecer del todo sus intenciones.

Contrasta con esto la brillantez de las interpretaciones a cargo de Douglas Suniaga, José Alberto Briceño, Rossybel González, Sainma Rada y Bethania Yánez. Quienes demuestran un extraordinario dominio de la corporalidad como herramienta para la construcción de un discurso. Y es en este punto donde encontramos toda la riqueza de una propuesta majestuosamente cargada de símbolos que se yuxtaponen sobre un espacio y planta de movimiento que revelan la épica brechtiana en su composición logrando la sintonía suficiente con el espectador hasta sumergirlo en un abismo sensorial. En estos aspectos la obra resulta simplemente magnifica.




Pero el teatro es un delicado tejido de hilos cuyo correcto entramado depende de manos habilidosas, un trabajo que depende de la dirección. Y precisamente hay responsabilidades allí que deberían revisarse, si bien las máscaras están muy bien logradas en el concepto plástico del montaje llegan a obstaculizar la proyección vocal dificultando la audición de los parlamentos; esto mismo ocurrió con la música que llegó a reñir en demasía con el desempeño vocal de los histriones y de nuevo, la difícil audición, un problema nada pequeño si tomamos en cuenta la fuerza de los parlamentos. A esto sumemos un ritmo a mi criterio bastante lento en repetidas ocasiones haciendo pesado el seguir atentos al desarrollo de las acciones.

Nos vimos entonces, en esta noche inaugural del Festival de Teatro de Occidente 2023, imbuidos en un espectáculo simbólico sensorial en el cual la palabra cede preeminencia al cuerpo para la expresión de una línea discursiva, a través de una sucesión de acciones donde la lujuria es símbolo y catalizador de la conducta humana en fusión con el juego del poder al servicio de caprichos.

Esto ya era suficiente para conectarnos y dejar ver lo poco que en el fondo nuestros impulsos primitivos han evolucionado. Porque “This is Salem” es expresión de la perversión oculta tras las capas del poder sin importar posición social o económica, cada uno lleva un pequeño monstruo dentro y es dueño de la decisión entre domesticarlo o no, y cada uno maneja a su manera una cuota de poder con todas las prerrogativas implícitas.

Ha vuelto el Festival de Teatro de Occidente y el reclamo sigue siendo el mismo: no termina de concretarse una metodología que permita la consolidación plena de este festival que es patrimonio de los portugueseños, pero que sigue dependiendo de decisiones foráneas que no siempre llegan a tiempo. Ojalá esto pueda cambiar por la salud del Festival y en aras de reconocer que hay todo un país teatral que también merece ser visto.

Entre tanto, juguemos en el bosque mientras avanza el festival.

Alberto Ojeda

Fotografías: Lis González 

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