La vitrina teatral de occidente sigue en movimiento.

Doce cosas imposibles antes del desayuno.

Alberto Ojeda

Una vez más abre el telón la XXIX edición del festival de teatro de occidente y en el menú de la jornada correspondiente a este 16 de noviembre del 2011 nos encontramos con dos excelentes espectáculos: “Menguada la hora” con el grupo Petaka Teatro de Argentina y “Doce cosas imposibles antes del desayuno” producción de TEARTES que llega a nuestro festival desde la ciudad de Caracas.

Nos detendremos de momento a comentar la función de las 9:00 p.m. en la sala Ravara del complejo teatral “Herman Lejter” en la ciudad de Guanare. Dejando para una próxima entrega lo concerniente al trabajo de la agrupación argentina.

“Doce cosas imposibles antes del desayuno” basada en los textos de Lewis Carroll: Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo, bajo la dirección de Jericó Montilla. Una propuesta de aproximación literaria desde la plástica, obra que resulta ser una composición a partir de muchos fragmentos en abordaje de lo real enfrentado a lo no-real, sin que esta no-realidad llegue a confundirse con la fantasía.

Al apreciar el producto escénico que TEARTES nos presenta, notamos que no existe en el una intención propiamente dramática sino más bien que se encuentra orientado a recrear la literatura del autor permitiendo al espectador un nuevo acercamiento a su contenido a través del simbolismo de sus formas.

Sin embargo, resulta innegable que estamos frente a un espectáculo escénico maravilloso, el manejo bifrontal del espacio y el escenario desnudo conforman una plataforma ideal para mostrar el elaborado trabajo de vestuario, que encaja dentro de la tendencia contemporánea del “vestuario escenográfico”, una técnica que viene cobrando fuerza alrededor del mundo y la cual facilita y potencia la capacidad del espectáculo para adaptarse a diferentes espacios. Lucidez estética, fuerza simbólica, coherencia, creatividad y elocuencia son algunos rasgos de la propuesta plástica –nervio central de este hecho escénico- que le aportan una magia que logra cautivar al espectador.

En el desempeño histriónico el elenco lució desajustado, desde personajes equilibrados y precisos en su accionar hasta interpretes con evidentes problemas de concentración, detalles en la composición vocal restan elegancia a escenas como las del conejo blanco quien luce forzado en el tono de voz mientras el gesto y el cuerpo si logran la solemnidad del momento.

La propuesta de movimiento por su parte ofrece rasgos de interesante apreciación, no se trata, o por lo menos así lo percibimos, de movimientos desarrollados con una métrica coreográfica sino más bien un proceso de investigación del movimiento con cuadros de condición absolutamente sublime como el encuentro de Alicia con la Oruga mientras deja ver movimientos inorgánicos en muchas otras oportunidades.

Convendría revisar las escenas del inicio y final de la composición, ajustando la fuerza energética que ambas precisan para enmarcar apropiadamente el resto del trabajo.

Asimismo, queda condicionada la interpretación de los contenidos presentes en esta obra al conocimiento de los textos que la acompañan para dimensionar de manera apropiada sus intenciones. Se valida la aplicación de la teatralidad para la interpretación y valoración de la literatura especialmente en momentos en que el habito de la lectura es de impostergable fomento.

Sigue dándonos el FTO muestras de las diferentes propuestas escénicas surgidas en el movimiento teatral venezolano y es altamente gratificante verificar el alto nivel de calidad hacia el cual muchas agrupaciones avanzan sin titubeo.

Finalizamos la noche con la presentación de grupos de danza en los espacios de “La perra que llora”, momento de relax y encuentro informal como cierre de jornada.

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