De revueltas, ángeles y batallas en el Festival de Teatro de Occidente.

Continúa la fiesta teatral.

Alberto Ojeda

Situaciones como las vividas durante la noche del lunes 14 de noviembre en el desarrollo de las actividades de la 29ª edición del Festival de Teatro de Occidente ratifican la importancia de eventos como este festival, que traspasan la barrera de lo meramente espectacular erigiéndose en retrato auténtico del devenir teatral en Venezuela.

Comenzamos la jornada a las 7:00 p.m. en la carpa “Cacao” perteneciente a la Fundación Circo Nacional de Venezuela y en la cual presenciamos la función de “La revuelta de l@s idiotas” de las agrupaciones Des Acuerdo Teatro y Teatro del Cronopio quienes nos visitaron desde Ecuador. Una creación de Guido Navarro, Andrea Moreno y Yasna Vivanco bajo la dirección de Guido Navarro.
A propósito de la carpa “Cacao” me parece interesante señalar algunos detalles: En primer lugar reconocer que se trata de un gran logro para el movimiento circense venezolano el disponer de un espacio propio para el desarrollo de sus actividades. En segundo lugar observar que como infraestructura no está acorde a las características actuales de estas instalaciones y no ofrece las condiciones de seguridad para el manejo y control de público masivo. Finalmente, se requiere personal especializado para el manejo de la instalación en su aspecto técnico y logístico.

Insisto en que la Compañía Nacional de Circo hace grandes esfuerzos por llevar adelante su trabajo y ya poseen meritorios logros en su haber, pero se requiere mayor conciencia del por qué y cómo hacemos lo que hacemos.

En cuanto al espectáculo apreciado y que se llevó a término a pesar de todos los contratiempos, las actrices Yasna Vivanco y Andrea Moreno mostraron condiciones histriónicas bien aplomadas, coherentes y pertinentes en su ejecución. Excelente dominio de la corporeidad, el gesto y la energía. Correcto registro vocal (sin encontrarse en el lugar apropiado para esta representación) y una completa construcción de sus personajes con capacidad incluso para la improvisación. Conviene si, revisar el trabajo de las transiciones pues luce inacabado en muchos momentos.

Pero además “La revuelta de l@s idiotas” es una comedia deliciosa, con un texto muy interesante, una puesta en escena estupenda y valiosos argumento para la reflexión. La pérdida de la identidad como elemento de conflicto, la búsqueda de respuesta a los recurrentes dilemas existenciales y la necesidad de superar “pruebas” para volver al paraíso reencontrándonos con nosotros mismos.

También plantea temas más universales como la toma de la calle con sus elementos de artificialidad, tomo la calle para evadirme, para escapar, porque la calle ahora nos pertenece a todos. Las relaciones de pareja en un abordaje antropológico desde la comedia y finalmente la necesidad de una identidad, un espacio y un tiempo.

Sin embargo, es propicio hacer un alto para reflexionar, durante la función realizada en la carpa el público mostró una conducta abiertamente grosera hacia los artistas y entonces nos asalta la tentación de pensar se trata de una población bárbara que reacciona frente a lo que no se adapta a sus intereses. Pero esto no es necesariamente así, con el paso de los años venimos observando como la capacidad de disfrute de espectáculos artísticos se viene desdibujando hacia actitudes hostiles y marcadamente anárquicas.

Nos preguntamos entonces: ¿Por qué? Y me atrevo a señalar, con toda responsabilidad, lo que ahora nos ocurre viene a ser el resultado de una siembra mal hecha. La consecuencia de aplicar erróneamente conceptos cuyo significado todavía no nos queda del todo claro. Arte y cultura no son una misma cosa y eso, aunque lo diga la más alta autoridad de cualquier esfera, no va a cambiar. Por lo tanto, al aplicar mal estos conceptos y diseñar equivocadamente las políticas culturales nos aproximamos peligrosamente a una confrontación entre el arte y la cultura.

Como nación, se nos viene enseñando a vivir una forma de libertad extrema, con una marcada sobre valoración del derecho por encima de la responsabilidad y el respeto a la norma, esto trae como resultado una sociedad que no admite intentos de sensibilización y cambios de conducta porque tiene pleno derecho a “ser”. Tenemos que revisarnos profundamente en este sentido, no podemos seguir siendo peones de un juego macabro que en lugar de iluminar conciencias las adormece en la autocomplacencia.

Y mientras esto ocurría en la carpa, la sala Federico Collado recibió la obra “Plin, Plop y You you” del grupo Batahola, texto de Manuel Manzanilla y dirección de Mayeli Delfín. Una obra con una bonita estética en su puesta en escena en la cual destacan los hermosos muñecos y un vigorizante manejo del color, con la intención de sembrar conciencia ecológica en torno al tema de la conservación.

Sin embargo, la obra no alcanza plenamente su propósito debido a que el texto carece de coherencia dramática. A partir de allí se generan problemas en la construcción de personajes y desarrollo de acciones poco convincentes.

La producción de esta obra pone de manifiesto la capacidad de la agrupación para el manejo de atractivos productos escénicos por lo que se recomienda cuidado en la selección de textos para sus montajes y en el manejo de recursos como la música y el video.

Luego a las 9:00 p.m. nos dirigimos a la Sala Alberto Ravara para apreciar “Quién nos robó esta batalla”, original de César Rengifo y bajo la dirección del maestro Alberto Ravara con el grupo IIAVE.

Los textos del maestro César Rengifo han cobrado en los últimos años una popularidad muchas veces impertinente, esto lo digo porque tengo la sensación de que se abusa de su tendencia de corte histórico latinoamericano como salida frente a un momento ideológico particular en el país.
Tampoco se trata de hacerlo a un lado pero, si representarlo con respeto y las condiciones debidas.

Aparte de este comentario general, no es posible abundar más allá en cuanto al texto particular de la obra, poco o más bien muy poco pudo entenderse debido a un desempeño vocal exagerado al punto del grito y manejos histriónicos que van desde la construcción incompleta hasta la sobre actuación, dejando en el camino gran cantidad de detalles.

Por otro lado se dejaron ver irregularidades en el ritmo de la obra y una continua repetición de acciones casi atropelladas una y otra vez. Se trata de una obra que requiere una profunda revisión autocrítica porque, si bien es cierto, podría afirmarse coincide con lo que se ha venido en llamar “el teatro necesario”, tampoco podemos permitirnos descuidos que atentan contra nuestra integridad como creadores escénicos.

Nuevamente la circunstancia histórico política nos obliga a detenernos para repensar la cosas. Si sacrificamos la libertad creativa, adaptándola, acomodándola a necesidades particulares o exigencias “circunstanciales”, entonces corremos el riesgo de perder la capacidad de reinventarnos a través del teatro, se desdibuja el sentido de agentes de cambio, pasando a un estado de libertad condicionada que en resumen atropella el derecho de autodeterminación de los pueblos, el cual comienza con la libertad del pensamiento.

En medio de todo, vamos por buen camino, mientras ocurran cosas buenas o malas, tendremos la oportunidad de reflejarnos en ellas y repensar lo que hacemos. Si dejan de pasar cosas corremos el riesgo de pensar que “todo está bien”.

Así avanza el Festival de Teatro de Occidente, permitiendo que ocurran acontecimientos inesperados que en última instancia vienen a enriquecer nuestra vocación de cambio, progreso y revolución desde la libertad creativa.

Comentarios

  1. Ola!
    Me gustaria Saber como entrar en contacto con la equipa del Festival de Occidente. Nuestro mail es bicateatro@gmail.com.

    Gracias

    Bica Teatro

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    1. Deben comunicarse con Carlos Arroyo a través del correo arroyocarloss@gmail.com

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