En el devenir del XXIX Festival de Teatro de Occidente.

Horas menguadas plenas de calidad teatral.
Alberto Ojeda

“Menguada la hora” es la adaptación teatral escrita por César Rojas del cuento La hora menguada de Rómulo Gallegos. El drama de Amelia y Enriqueta, dos mujeres atrapadas en un juego de odio y frustraciones obligadas por el infortunio a la convivencia en solitario una vez que son abandonadas por el hijo al descubrir la mentira sobre su origen.

Retrata Gallegos en su obra una realidad latinoamericana latente y aún actual, las relaciones familiares con una carga emocional intrincada y difícil, en la cual el decir popular: todo queda en familia, revela una situación persistente en la constitución de la familia y su consecuente impacto en la conformación de la sociedad.

Los nexos sanguíneos siguen siendo más importantes y determinantes en el accionar humano que la construcción de estructuras afectivas conscientes y equilibradas. La sangre nos une a pesar del riesgo de terminar haciéndonos daño.

Desde Argentina, Petaka teatro nos trajo su propuesta teatral, que pudimos disfrutar en los espacios de la Escuela de Teatro “José Antonio Páez” en Guanare, a las 7:00 p.m. del miércoles 16 de noviembre de este año 2011. Un espectáculo conmovedor, equilibrado, que fluye con ritmo natural y transmite una vibrante energía emocional.

La construcción escénica en el plano visual concreta y expresa de forma limpia y clara los ambientes materiales y emocionales en los cuales se desarrollan los acontecimientos con una puesta en escena acorde en la cual escenografía y vestuario se complementan en un cuadro de profundo impacto realista que no llega a romperse ni siquiera por el detalle de que ambos personajes, femeninos, sean interpretados por histriones masculinos.

Es así como constatamos un desempeño actoral peligrosamente arriesgado que logra mantener estupendos niveles de equilibrio en la energía emocional, en el desplazamiento y el manejo del gesto con sus transiciones. Correcto manejo de la voz en cuanto a proyección y dicción y una precisa construcción del personaje, una impecable presencia escénica que recrear la visual femenina sin incurrir en excesos, clichés o estereotipos.

Menguada la hora es un trabajo de teatralidad desbordante sin excesos y sin desperdicio, bien por Argentina y sus representantes en el XXIX Festival de Teatro de Occidente, bravo Petaka teatro!

Occidente vibra con su vitrina teatral en movimiento.

Seguimos en este transitar del Festival de Teatro de Occidente, camino que casi alcanza los 30 años de lucha, sacrificio, sueños y metas cumplidas. Un festival que pasa de ser un evento preciso y milimétricamente planificado, a convertirse en un espacio vivo, latente y evolutivo, que propicia el encuentro, la reflexión, la recreación y la confrontación de ideas desde lo artístico como también desde lo humano.

Han sido muchos años de arduo trabajo empeñados en sortear toda clase de obstáculos, un camino hacia Ítaca que como bien expresa Kavafis en su poema, no solo contempla la meta, el puerto final, sino que además se disfruta en el devenir.

Y han sido muchos los momentos sublimes e irreemplazables por lo gratificante que resultan, son muchos los recuerdos, las anécdotas, las vivencias y aprendizajes en este viaje, en el cual no han faltado Cíclopes y Lestrigones, pero que definitivamente no han sido provenientes del alma misma del festival sino de aquellos infaltables, que también le apuestan a la desesperanza. En medio de todo esto, este gran equipo humano, esta gran familia teatral navega a bordo del Festival de Teatro de Occidente hacia su ítaca soñada, sin preocuparse por lo que ella pueda depararle pues sus arcas van llenas de libertad y fuerza creativa.

Dentro de todo este fenómeno de las artes escénicas, continuamos en la apreciación del trabajo de los diferentes grupos que con sus propuestas se presentan en este festival.


Otro de los trabajo que se dejó ver en la Sala Federico Collado fue “El turpial y el espantapájaros”, de Tomás Jurado Zabala y bajo la dirección de Rubén Uzcátegui quien comanda el colectivo MARTEX (Medios para las Artes Teatrales y Expresivas), presentados en la jornada de las 7:00 p.m. el jueves 17/11/2011.

MARTEX es una agrupación de muy reciente data y cuyo trabajo se desarrolla fundamentalmente con jóvenes actores y actrices sin experiencia alguna, esto sumado al constante y muy circunstancial cambio de elenco no permite hacer un retrato evolutivo de su actuación.

Sin embargo, se aprecia en ellos capacidad de riesgo y esfuerzo sostenido para mantener presencia sobre las tablas. La energía y entusiasmo de estos jóvenes que asumen el arte de Tespis como medio para expresar sus ideas debería ser referencia y punto de reflexión para otros grupos que suman más esfuerzos por “lucir” sobre los escenarios que llevar adelante un propósito y una propuesta concreta.

La recomendación para el director es, considerar la metodología del “taller montaje” como punto de partida para desarrollar sus propuestas, dándose tiempo e incorporando un proceso de formación para sus elencos a fin de que en cada montaje pueda ofrecer niveles acertados de calidad. También es importante que desde la dirección se asuma un proceso de investigación y estudio que apuntalen y den consistencia al trabajo que se realiza.

Toda esa energía y capacidad de riesgo si son sumadas a un proceso serio y sistemático de formación de seguro producirá grandes resultados, recordemos que no tendremos jamás una buena cosecha si antes no cultivamos el campo.

Pasamos después a confrontar el monólogo “Allende” interpretado por el primer actor Roberto Moll, una producción de la Fundación José Ignacio Cabrunas, con texto de Rodolfo Quibleen y dirección de Williams Urdaneta. Esta puesta se desarrolló en la Sala Alberto Ravara del complejo teatral de occidente “Herman Lejter” alrededor de las 9:30 de la noche.

En cuanto al plano actoral / interpretativo no hay nada que decir, se trata de un trabajo impecable sin duda alguna.

Sin embargo, en su concepto general la propuesta deja al descubierto varios detalles a considerar, lo primero y más evidente está en el manejo de la escenografía la cual luce descuidada en detalles como el piso y la selección del mobiliario cuyos estilos no corresponden todos a una misma época y estilo. Esto parecería un detalle menor en una propuesta cuya fuerza se apoya en el trabajo del actor, pero no puede olvidarse que se trata de un conjunto de piezas que deben alinearse y funcionar apropiadamente aportando unidad de sentido al espectáculo.

También el manejo de las intenciones luce forzado, siempre me ha parecido sumamente peligroso cuando un montaje teatral o cualquier otra expresión artística pretenden poner rieles al pensamiento y condiciona la libertad interpretativa. “Allende” es un trabajo sin rendijas, sin lecturas entre líneas con el planteamiento lineal y estrecho de acontecimientos que, se asumen o se rechazan según los filtros perceptivos de cada individuo, sin espacio para la duda, siempre tan necesaria en la búsqueda de la verdad que demás está decir, todos sabemos relativa.

De manera que un texto hermoso, con condiciones propias para tocar la fibra humana y conmover desde allí al espectador, es llevado a una propuesta donde deja sin fuerza y en segundo plano la energía emocional del personaje en su condición humana para elevarlo a un pedestal de héroe desde donde entona sus proclamas.

Una revisión de las intenciones podría conducirnos a descubrir un espectáculo asombrosamente impactante.

Fue una noche lluviosa, plena de público e ideal para seguir ahondando en las reflexiones sobre las tendencias y realidades del teatro venezolano dentro de circunstancias particularmente marcadas desde lo político.

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