El camino del odio nos conduce al cementerio.



Pocas veces la sociedad humana se da permiso para encarar, de frente y sin tapujos, verdades que cohabitan la cotidianidad y que, son dejadas al margen porque se antojan agresivas pero fundamentalmente incómodas.

El miedo es una de esas verdades, vivimos en una sociedad llena de miedo: al cambio, a lo diferente, al prejuicio, al otro, a nosotros mismos. El miedo se ha convertido en un enemigo silente, que apela a múltiples disfraces para infiltrarse en la vida y corroerla hasta su destrucción. Se nos atavía de moral, de costumbres, de arrogancia, de odio. Y cuando se convierte en odio entonces adquiere matices llenos de sutileza, porque la sociedad es muy hábil en eso de caminar de lado, de evadir y hacer como si “aquí no pasa nada”.



Ya en la noche de clausura del XXXII Festival de Teatro de Occidente presenciamos, en la sala Alberto Ravara, algo más allá de las 7:40 pm. el grandioso espectáculo “Callejera”, que plantea el argumento de la homosexualidad como excusa para desarrollar la temática del odio producto del miedo. Es la historia de Perla, el hijo varón de una familia que decide trasvestirse como una forma de rebeldía, casi como una venganza contra la sociedad, pero que nos deja claro que hay diferencias entre rol social, función sexual y afectividad. Perla desafía los estereotipos sociales para exhibir descarnadamente los estragos que el miedo, en su avatar de odio, nos están causando. Ese es su único y verdadero pecado: el odio.

Callejera es una producción de la agrupación teatral Séptimo Piso, producida por Dairo Piñeres bajo la dirección de Carlos Díaz, escrita y actuada por Luis Vicente González. Un poderoso texto de profundas implicaciones y muy diversos matices que impacta fuertemente la psique del espectador. Un verdadero arsenal de situaciones que el actor desarrolla en un performance pleno de verdad, sin amagos y sin clichés, desenvolviendo la historia de un personaje lleno de riesgos interpretativos para arrastrar al público en un remolino de contradictorias sensaciones que solo plantean una vía de escape: la realidad. La estructura dramática de ritmo circular nos lleva una y otra vez a un punto de partida, la familia y su poder de inflexión sobre la conducta de los hijos, pero también con un potencial enorme y terrible de crueldad y violencia por intolerancia, por miedo a los prejuicios sociales. La familia que pudo ser bastión salvador en la vida de Perla, se convirtió en su verdugo, con un arrepentimiento tardío.



Se trata de un trabajo muy demandante en relación al trabajo físico de actor y en este sentido, el tiempo parecer jugar contra la lucidez de su interpretación, primero porque se abusa del esquema circular con la reiteración de sucesos que podrían concretarse en favor del impacto al espectador y segundo porque empieza el cansancio a causar imprecisiones en el desempeño vocal y de movimientos. Sin embargo, no logran estos detalles “aguar” el banquete teatral que nos brinda Perla, el pies descalzos, el sin camisa, el manos sucias, el “mariquito” al que una bala le sacó el odio, porque el odio no estaba en la bala, ya lo llevaba él por dentro. Y el odio es un camino que solo conduce al cementerio.

Y se despidió el Festival de Teatro de Occidente 2014.

Culmina pues la XXXII edición del FTO, dedicada este año en homenaje a la memoria del maestro titiritero Eduardo Di Mauro, personaje de gran relevancia y profundo impacto en el devenir del teatro en Portuguesa, en Venezuela y gran parte de Latinoamérica. Fundador del Teatro Estable de Muñecos de Portuguesa TEMPO y del Instituto Latinoamericano del Títere. Maestro de más una generación de hombres y mujeres dedicados al servicio social desde la cultura.

Termina por este año el FTO como lo que es, una fiesta, sin los artificios de años atrás cuando la disponibilidad de bienes y presupuestos no eran tan preocupante, pero con igual ánimo festivo que fuera amenizado por una de las agrupaciones emblema de la música popular en nuestra ciudad: el Grupo Totuma, con su variado y sabroso repertorio de temas.

Cierra el telón, se apagan las luces… el festival hace una pausa pero realmente no termina, sigue palpitando en las mentes y corazones de sus espectadores, de sus hacedores. Y sigue en movimiento, porque ya pronto estará de nuevo todo el equipo soñando y planeando el FTO 2015 siguiendo la consigna de ¡Un festival en movimiento!

J. Alberto Ojeda

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