¡No me hizo, yo me dejé hacer!
Esta frase, entresacada de un parlamento de la obra “Los
sobrevivientes”, probablemente resume, de manera audaz, todo el contenido y las
intenciones de los espectáculos presentados este miércoles 20 de noviembre del
2013 en el marco del trigésimo primer Festival de Teatro de Occidente.
Durante la jornada vivida en los espacios del Centro
Teatral de Occidente “Herman Lejter” de Guanare, el vaho corrosivo de la verdad
se dejó colar entre las grietas de una realidad enmascarada pidiendo a gritos
casi, honestas reflexiones y necesarias correcciones sobre nuestra
idiosincrasia como nación.
Empezamos a las 7:30 p.m. en la sala “Federico Collado”
con la presentación de la obra Bajo
tierra, coproducción de la agrupación Rio Teatro Caribe y Auyan Tepui
Producciones (Caracas) con dirección de Francisco Denis y textos de Karin
Valecillos en una adaptación de la Tetralogía del Petróleo de César Rengifo.
Magistralmente y en el lenguaje natural de los
venezolanos, el humor, mismo que ha sido bálsamo y condena en nuestra cotidianidad
a lo largo de la historia, el elenco conformado por los poderosos histriones
Verónica Arellano, Zair Mora, Luis Domingo González, Jesús Carreño y Anthony
Castillo, nos enfrentan de manera cruda y frontal con realidades cotidianas,
acontecidas a lo largo del tiempo bajo el signo de nuestra particular
idiosincrasia y que han terminado conduciendo el devenir de nuestra nación
hacia derroteros que hoy, como nunca antes, lucen inciertos.
Pequeños inconvenientes con el audio no empañan el
desarrollo de un espectáculo que se nos antoja una especie de gigantesco espejo
capaz de reflejar lo que somos, así como somos, en medio de verdades tan
impactantes (por ese proceso de negación sistemática de nuestras propias
responsabilidades) pero suavizadas por la magia del arte para permitirnos el
ejercicio de la reflexión.
Bajo tierra es un espectáculo abierto, sin maniqueos
intentos doctrinarios, ni tendenciosas intenciones; queda claro que su único
propósito es provocar una revisión hacia nuestro propio interior con la
esperanza quizá de poder reconocernos y solo así enderezar el rumbo.
Como producto escénico plantea una dinámica circular de
formato cinematográfico en la cual se desarrollan cuadros simultáneos para
romper el espacio temporal y establecer conexiones entre el pasado y el
presente, la musicalización combina reproducción de audio y ejecución en vivo y
en juego con la escenografía diseñada por Rafael Sequera, nos permite disfrutar
de una verdaderamente extraordinaria producción.
A
veces pienso que todo el pueblo
es
un muchacho que va corriendo
tras
la esperanza que se le va.
Alí Primera
Posteriormente en la sala “Alberto Ravara” y pasadas ya
las 9:30 de la noche, la agrupación Tumbarrancho Teatro (Caracas) nos entregó
su trabajo denominado “Los sobrevivientes” dramaturgia de Karin Valecillos
basada en los acontecimientos de El Amparo (Apure, 1988), con dirección de
Jesús Carreño y un elenco conformado por Giovanny García, Rober Calzadilla,
Rossana Hernández, José Manuel Vidal, Vicente Peña, Israel Moreno y Jesús
Carreño.
Quizá uno de los rasgos más marcados de la cultura
venezolana sea su capacidad de olvido y ello hace la tarea de preservar la
memoria colectiva un oficio indispensable, esta parece ser la premisa que
impulsa la creación de este texto y en cual se intenta contarnos otro ángulo de
¿la verdad? en torno a un hecho que conmocionó al país entero y puso en
entredicho la salud de las instituciones del Estado.
Sobre una elemental planta de movimientos fluida y bien
concebida en su organicidad pero descuidada en algunos instantes, los
interpretes recrearon una historia carente de vitalidad, luciendo
desconcentrados y dispersos en el manejo de una energía que nunca logró orientarse
hacia un propósito específico, como si la fuerza emocional del montaje
estuviese concentrada tan solo en la temática abordada sin apoyarse sobre las
acciones.
Tumbarrancho es una agrupación que a lo largo de su
trayectoria ha venido entregando al público producciones de gran calidad
artística, razón que hace imprescindible una pausa para la revisión necesaria
con el propósito de que su valioso repertorio no pierda vigencia en el tiempo
por desgaste en su planteamiento escénico.
De Los
sobrevivientes hemos entresacado la frase: no me hizo, yo me dejé hacer.
Porque siento que resume mucho de ese falso orgullo nacional que nos impide
reconocernos y hacernos verdaderamente responsables de lo que como sociedad
estamos construyendo, en medio de “verdades” extraviadas en los vericuetos de
sus muchos ángulos de interpretación.
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