Doña Dislate y Marcolina visitan Las Delicias.
Los
espacios alternativos en las comunidades también se incorporan en la
programación del Festival de Teatro de Occidente, como parte del extenso
repertorio de opciones que ofrece y cuyo objetivo es ampliar las posibilidades
de acceso al hecho teatral por parte del mayor número de espectadores, esta
condición “itinerante” del FTO ha derivado en el slogan que desde hace varios
años luce el evento: un festival en movimiento.
Por
estas razones, la tarde del domingo 17 de noviembre (tercera jornada del FTO en
Guanare), nos dirigimos al Centro Teatral de Occidente “Herman Lejter” y desde
allí, en compañía del equipo responsable de la programación comunitaria nos trasladamos
al Barrio Las Delicias de la capital portugueseña para acompañar la
presentación del juguete teatral Doña
Dislate y Marcolina, escrito por Aníbal Grunn y dirigido por Julián Ramos
en una producción de la Compañía Regional de Teatro de Portuguesa.
Neyda
Aular y Yaleida Jaramillo son las actrices encargadas de dar vida a Doña
Dislate y Marcolina respectivamente, dúo de maestras que van de paseo al campo
con la intención de hacer un picnic y
terminan encontrando el árbol de la sabiduría el cual les acompaña y aclara
dudas a lo larga de una conversación que aborda temas como la importancia de
cuidar el medioambiente, el reciclaje, la adecuada alimentación, el respeto y
la tolerancia.
La
obra ya había sido estrenada antes en la sala Alberto Ravara del CTO “Herman
Lejter” y dispone de una muy atractiva puesta en la cual la plástica juega un
papel fundamental para captar la atención del espectador, especialmente de los
niños. Ahora apreciada en un espacio no convencional para el teatro ha sido
posible concluir que este juguete teatral está concebido fundamentalmente para
su ejecución en la calle, lugar donde alcanza redimensionarse tomando verdadero
sentido como producto escénico.
Queda
pendiente por resolver algunos problemas técnicos inherentes al montaje y la
ejecución por parte de las intérpretes, temas como el cuidado en el uso del
audio que es primordial para el éxito del trabajo y mejoras en la dicción por
parte de Neyda y Yaleida.
Pero
además de acompañar y apreciar la función realizada, la visita a las
comunidades también ha tenido como propósito establecer referentes reales para
generar una reflexión en relación al impacto del hecho teatral en los
diferentes niveles de nuestra estructura social.
Y es
que desde hace un tiempo, diversas circunstancias parecen confluir para
provocar y establecer diferencias profundas entre el teatro de unos y de otros,
y sobre todo diferencias en el modo como unos y otros asumimos el hecho
teatral. Parece que en el empeño por emprender una “masificación” del hecho
teatral y de la “cultura” (uso las comillas porque pienso que la cultura per se pertenece a las masas), se han
tomado caminos no siempre convenientes. El resultado de todo ello es que hoy
tenemos un teatro que se da en las salas con los mismos espectadores de
siempre, mientras se da otro hecho teatral en la calle (casi siempre en
condiciones inadecuadas) que aglutina espectadores accidentales, público
fortuito que por no estar acostumbrado a estos espectáculos no los asume de la
manera más correcta; pero quizá la evidencia más contundente de que estamos
frente a un importante problema, es que ese público que fortuitamente ve teatro
en la calle no se acerca a las salas durante las temporadas que se ofrecen en
ellas. Algo estamos haciendo mal en la calle que no provoca el acercamiento del
público a las salas.
Aun
así, es palpable que las comunidades están ávidas de recibir estos productos
culturales y que en muchos casos la realidad es que carecen de los medios para
trasladarse a los espacios teatrales, tarea en la que el Estado tiene una
responsabilidad fundamental, en el apoyo concreto y oportuno para las
agrupaciones y en la creación de soluciones para que la gente que ve teatro en
las calles de su vecindario pueda hacerlo también en las salas equipadas con
los recursos técnicos y disfrutar de las ventajas de estos espacios, que no son
ventajas para los grupos solamente sino que repercuten en beneficio de los
espectadores.
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