Oscuro, de Noche. Inició el Festival de Teatro de Occidente 2019



Mudado de fecha pero de no de voluntad este año 2019 el Festival de Teatro de Occidente (FTO) que tradicionalmente sube el telón en el mes de noviembre se ha visto trasladado hasta el mes de diciembre, todo esto en un proceso cuyo único objetivo era el hacerlo posible una vez más.

Ciertamente cada vez parece más difícil lograrlo, pero la voluntad humana se impone y así el sueño y esfuerzo de hombres y mujeres apasionados por el arte de Tespis termina alcanzando lo que parece una mera ilusión. Esto sin duda, también hace plantear la necesidad de nuevas estrategias, nuevas fórmulas, nuevas estructuras logísticas, para lograr un festival nuevo, no en su propósito sino en sus modos, adaptado al proceso de cambios que experimenta el país.

Más allá de estas consideraciones hay otra realidad, más avasallante, entusiasta y motivadora: un público que aprecia, valora y sigue lo que se ha convertido en “su festival”, ahora con el bien ganado atributo de Patrimonio Cultural del Edo. Portuguesa. Un festival en movimiento, como hace varios años reza su slogan.

En medio de todo esto se llegó a la noche inaugural de la 37 edición del FTO tal como estaba pautado para este martes 03 de diciembre. Una noche cargada de emociones, expectativas, anhelos, y ¡nervios! Muchos nervios de parte de todo el equipo organizador, un minúsculo grupo de personas que hacen un desdoblamiento cuántico para responder a las exigencias de este gigantesco festival cuyo epicentro es el Centro Teatral de Occidente, y rondando en el ambiente pre-festival la pregunta habitual ¿llegará el público?




Mientras esperábamos nos acercamos a apreciar en el lobby del teatro la exposición de vestuario y utilería teatral homenaje a la memoria del maestro Rafael Sequera.






¡Y llegó el público! Cercanas las 8:00 pm se apreciaba una prolongada fila de espectadores que esperaban ingresar a la Sala “Alberto Ravara” para disfrutar del espectáculo OSCURO, DE NOCHE; traído desde Caracas por la Compañía Nacional de Teatro.

Ya dentro de la sala, repleta a más no poder, fuimos testigos de un espectáculo maravilloso.


Oscuro, de noche; es un texto original de Pablo García Gámez, ganador del Premio Apacuana de Dramaturgia Venezolana en el año 2017. Un melodrama “arrancado de la vida” en palabras de su autor, que nos narra un acontecimiento tristemente cotidiano: de como sueños e ilusiones son arrastrados sin piedad por la vorágine de la violencia. Pero esto es tan solo una excusa para exponer una denuncia dura y frontal contra la impunidad, la corrupción, el tráfico de influencias, el desgano y amarillismo que como sociedad nos consumen. Un texto sublimemente poético y pleno de imágenes que expresan con profunda fuerza realidades de la vida diaria que se transpolan en ideas impactantes de intensidad interpelante hacia el espectador.

Y como por capricho de la vida, un texto así ha venido a encontrarse con un director que no solo lo interpreta magistralmente sino que además redefine su estructura narrativa para presentarlo al público envuelto en una metáfora fascinante. Carlos Arroyo ilustra la geografía del lugar de los acontecimientos a través de una carpa de circo llena de “actores comunes” ataviados de manera peculiar. La vida es un circo parece gritarnos la propuesta escénica, un circo macabro en demasía, pero circo al fin.


Mediante plataformas de diferentes alturas y un colorido dispositivo de iluminación, el director crea los espacios necesarios para recrear cada uno de los cuadros que componen esta función de circo que juega con la poética de Bretch para arrancar el tono melodramático a la historia y vestirla de comedia oscura.



Sobre este espacio, el elenco de la Compañía Nacional de Teatro desarrolla su trabajo de manera fluida, orgánica y llena de verdad. Un equipo de histriones entregados a dar vida a una historia con una puesta en escena plena de goce estético, seguros y en posesión de sus parlamentos aunque con algunas grietas en la planta de movimiento que por momentos los deja fuera de luz y en ocasiones conduce a tropiezos que deben cuidarse.

Aun así, insisto, un producto escénico magnífico merecedor de la prolongada ovación de pié recibida al final de la función.


Después de todo este deleite nos fuimos a los espacios de La Perra que Llora, el punto de encuentro al final de la jornada teatral y donde en esta ocasión coincidimos para celebrar un aniversario más de vida del maestro Aníbal Grunn, baluarte del teatro venezolano que ahora se encuentra afincado en esta ciudad de Guanare, disfrutando el poder hacer precisamente las cosas que ama y disfruta.

La celebración fue amenizada por la cantante Liliana Hernández quien dedicó sus temas al cumpleañero y culminó a ritmo de samba con la agrupación “Son de Samba”, dando el cierre festivo a esta primera noche de festival.

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