Las buenas criadas malditas de Genet.



En febrero de 1933 Francia fue sacudida por un estremecedor suceso, hallan un par de cuerpos femeninos, con las piernas rebanadas y el rostro desfigurado en el piso de su propia casa. La señora Lancelin y su hija Geneviéve habían sido asesinadas por sus criadas Lea y Christine Papin. Cuatro ojos desparramados sobre la alfombra coronaban el horror de la escena.

El 19 de Abril de 1947 se estrena en París la opera prima del dramaturgo francés Jean Genet (1910 – 1986), quien se ha inspirado en el macabro caso de las criadas asesinas para escribir su obra. Un profundo retrato de la descomposición moral, la falta de identidad y los falsos valores imperantes en la sociedad de la época (y probablemente también la actualidad), aderezados por el tormento experimentado por el propio autor durante su vida y lo cual le confirió a su pluma características de estilo marcadas por el regodeo en el horror desde una estética impecable.


Ahora, el 09 de agosto del 2013, en la Sala Alberto Ravara del Centro Teatral de Occidente “Herman Lejter” de la ciudad de Guanare, a las 7:30 p.m. Asistimos a una nueva función de estreno de esta misma obra de Genet, indiscutiblemente un reto artístico cuya producción ha asumido la agrupación Teatro Café, bajo la égida del director José Ignacio León (Cuba) y con un elenco de muy jóvenes figuras de media o breve trayectoria como son Alver Morón, Jesús Fernández y Edgaris Pineda.

De esta producción son varios los aspectos que vale la pena mencionar, en principio porque Teatro Café asume un gran compromiso al invitar un director extranjero y aún más se arriesga al aceptar su propuesta para llevar a escena “Las Criadas”, lo cual logra tras un proceso que seguramente no fue fácil pero que bien ha valido el esfuerzo.

Y aunque el elenco de la agrupación no posee la experiencia de otros histriones que han encarnado estos personajes, logran un desempeño que resulta gratificante porque demuestra el empeño, la dedicación y entrega puestos en esta tarea. Alver Morón en su interpretación de Clara, continúa mostrando su destreza para el movimiento en escena, el manejo de la energía y correcta interpretación vocal. Jesús Fernández como Solange consigue asumir la técnica correcta para la vocalización y hace buen uso de la energía para la expresión de las emociones a través del gesto, pero requiere mejorar la plástica de sus movimientos, logrando mayor organicidad en su desplazamiento por el espacio escénico. La señora es interpretada con determinación por Edgaris Pineda quien alcanza la suficiente presencia y soltura en el movimiento pero enfrenta problemas con la dicción y su potencia vocal resulta excesiva en numerosas ocasiones. Naturalidad en el ritmo y en la expresión gestual serían los complementos ideales para la construcción de este personaje.

La dirección ha estado a cargo de José Ignacio León, egresado del Instituto Superior de Arte de Cuba y quien ha sido invitado por Teatro Café para esta ocasión. Su trabajo presenta influencias de Bertolt Brecht en una estructura en la cual plástica, planta de movimiento y desempeño histriónico se complementan y fortalecen conformando un sólido producto teatral. Así, una escenografía sin excesos, casi con apenas lo indispensable y con un diseño de iluminación muy preciso, configura el espacio casi onírico donde los personajes nos introducen y pasean a través del drama de estas mujeres atrapadas entre lo que son y lo que desean ser, los miedos y la ambición, en medio de una sociedad que no concede pausas.

El espacio demarcado por copas en las cuales se ha de verter el veneno delimita y separa la psiquis de los personajes y también la de los espectadores, el veneno del miedo a romper con viejos esquemas nos rodea y por eso preferimos repetir incasablemente el mismo ritual “maldito” hasta que algo salga mal, o bien.

Crea además el director, un efecto de distanciamiento al introducir breves coreografías que permiten a su vez separa los diferentes cuadros y ambientes psicológicos de la obra. Todo esto complementado por el vestuario diseñado por María Teresa Ojeda, concebido bajo las pautas de la dirección para transmitir el perfil emocional de los personajes, aportando también contemporaneidad a la plástica de la puesta en escena.

Con esta producción, Teatro Café eleva su perfil de agrupación, nos revela a su vez esa prominente generación de nuevos actores y actrices que ya despunta en nuestra tierra y definitivamente nos recuerda que estamos en una tierra de posibilidades. Alzo la copa (con o sin veneno, no importa) por el teatro Guanareño que sigue creciendo!

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