La danza macabra de la señora y las criadas.



Son muchas las razones y argumentos válidos para escribir sobre la obra más emblemática de la dramaturgia del francés Jean Genet: las criadas (1947). Numerosos análisis se han escrito ya de ello así que no abundaré sobre el tema en este artículo. En cuatro ocasiones los escenarios de la Atenas de los llanos, Guanare, han sido testigos de la representación de este clásico teatral y en las cuatro ocasiones este servidor ha sido testigo de ello.

Cuatro agrupaciones, Teatro Profesional de Lara, Taller Experimental de Teatro, Teatro Café, Elevenen producciones. Cuatro directores, Nelson Pérez, Guillermo Díaz Yuma, José Ignacio León, Jesús Ramos. Cuatro propuestas, surrealismo, impresionismo, Brechtiano, danza-teatro.

Del último montaje en formato danza-teatro asistimos a estreno el pasado 03 de junio del 2017, en el auditorio “Domingo Araujo Jiménez” del Centro de Cultura Carlos E. Muñoz O. de Guanare. Una coproducción de Elevenen producciones y La Momoyera bajo la dirección de Jesús Ramos. Con la participación de Edilsa Montilla como la señora y Alver Morón junto a Antonio Pérez como Claire y Solange.

No es novedad el ver histriones masculinos representando a estos personajes, se ha hecho casi un estereotipo de ello tal vez explotando el morbo por la propia homosexualidad del autor, inclusive el propio Alver Morón ya hizo una interpretación anterior bajo la dirección de León.

Un texto denso que dificulta el establecimiento de un ritmo capaz de mantener la atención del espectador pero que además complica la interpretación en términos coreográficos fue el principal reto del director, un riesgo que demanda más atención y tiempo del destinado a esta producción pues ha resultado con un ritmo emocional muy lineal y desarticulado en sus componentes de teatro y danza.

Aunque muy limpia en detalles, la puesta en escena tampoco luce novedosa y ofrece pocos recursos para la sorpresa, un elemento muy importante de la teatralidad; eso y detalles en la plástica carentes de coherencia visual atentan contra el fino acabado de la propuesta, fino acabado en el cual el vestuario juega un papel destacado. Tampoco la planta de movimiento, con grandes momentos de brillantez, termina de aprovechar los recursos del espacio. Todo está allí, todo es muy evidente y eso a la larga desorienta al público que logrando anticiparse desea ser sorprendido.

Resultaría conveniente una revisión de la dramaturgia, establecer un patrón de cuadros en los cuales se intercalen parlamentos y coreografías hilando la historia sin cortes, complementándose ambas formas de interpretación.

Por su parte, los histriones aunque no son apoyados desde la dirección hacen un trabajo brillante. Edilsa Montilla se luce como la señora en una interpretación sobria con finos matices rocambolescos y, aunque no domina la técnica de la danza, hace gala de sus dotes actorales para lograr la organicidad plástica que el personaje demanda. Antonio Pérez en la que es su primera experiencia teatral sorprende por su manejo del texto, un reto asumido con gallardía y pasión, lo cual une a su innegable talento para la danza. Por su parte Alver Morón luce correcto tanto en teatro como en danza, sin embargo deja asomar atisbos de su anterior interpretación especialmente en el desempeño vocal.

Sin duda queda mucho trabajo pendiente con esta producción, creo que tienen un gran equipo de trabajo y mucho talento por explotar. Queda por hacerse la necesaria reflexión en torno a lo logrado y como puede mejorarse para hacer de este producto escénico un verdadero espectáculo.

Saludo y aplaudo la iniciativa del hacer teatro independiente, de no dejarse arrastrar por la tentación de lo superfluo y por creer que Venezuela si vale la pena seguir intentando.

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