El largo camino de la peluda en el cierre del Festival de Teatro de Occidente 2016.
El convulsionado
devenir de este 2016 nos ha dado la oportunidad de experimentar un sinnúmero de
contrastes vivenciales que sin duda alguna serán referentes para la reflexión a
breve y largo plazo. Así vivimos, en medio de una crisis inédita en el país, el
XXXIV Festival de Teatro de Occidente, con una cartelera de espectáculos llena
de altísima calidad tanto en forma como de fondo.
El trepidante
acontecer de los tiempos modernos nos puso casi muy de prisa en la noche final
de este festival, del cual podemos decir con enorme satisfacción que
transcurrió con gran éxito. De cara a tantas inquietudes, quizá las mismas de
cada año pero está vez incrementadas por las circunstancias del momento, se
logró cumplir lo pautado, entregar al público grandes espectáculos llenos de
precioso valor en estética y contenido, sobre todo esto último. Además el
público de esta edición respondió si se quiere mejor que en años anteriores.
Queda mucho por hacer, pero la lucha y los artífices de este movimiento siguen
en pie y eso es en sí mismo una victoria.
Empezamos la
jornada del sábado 19 de noviembre del 2016 en la sala Federico Collado del
Centro Teatral de Occidente donde a las 7:30 pm. entramos a presenciar el
unipersonal “El largo camino del edén”, de José Gabriel Núñez e interpretado
por María Alejandra Tellis bajo la dirección de Jhonny Romero para Dionisíacas
Producciones.
Una madre
dedicada al trabajo sin descanso para obtener el sustento para sus hijos; un
adolescente estudiante de bachillerato, inconforme, arriesgado; un funcionario
obstinado por conseguir lo que quiere. Un drama que pone de manifiesto una vez
más la intención del autor por hacer denuncia social con su discurso teatral,
característica que logra con entereza de contenido y poética expresión
literaria. Es la vida, nuestra vida, la de tantos que como Amelia Marcano
luchan sin descanso por el porvenir de sus hijos, desde sus limitaciones y al
mismo tiempo plenos de sueños y esperanza. Empeñados en darles protección y
prepararlos para la vida pero incapaces también de protegerlos de sus propios
sueños en contraste con los afanes de la sociedad y sus “líderes”. Amelia
quiere para su hijo el edén que ella nunca vivió y cuando este emprende el
largo camino en su búsqueda, ella queda atrapada en un sistema opresivo que
castiga estos actos de libertad humana.
María Alejandra
Tellis interpreta a Amelia Marcano con soltura y entereza, manejo correcto de
la voz y gesto preciso en su acompañamiento. Alcanza la fuerza suficiente para
recrear en la imaginación del espectador la presencia de su opresor y al hijo
causante de tal circunstancia. Su desempeño es honesto e intenso, lleno de
energía, de organicidad y totalmente capaz de conmover.
Sin embargo, la
dirección no acompaña los esfuerzos de la actriz y su entrega se ve
comprometida por una planta de movimiento efectiva pero simplista, sin la
poesía necesaria para acompañar la sutileza del texto, y por un manejo impreciso
de la iluminación con lo cual no se alcanza calibrar la atmósfera requerida en
cada cuadro y deja sin marca sensible los cambios de plano temporal y las
transiciones del personaje. Todo esto se rubrica en la carencia de un concepto
plástico en el planteamiento estético de la escena.
De esta sala nos
trasladamos luego a la “Alberto Ravara” (Centro Teatral de Occidente “Herman
Lejter” en Guanare), espacio en el cual disfrutamos la obra “Peludas en el
cielo”, texto de Gustavo Ott bajo la dirección de Carlos Arroyo, siendo esta la
última producción del Centro Nacional de Teatro justo antes de convertirse en
Compañía Nacional.
El insecto Hylesia metabus, comúnmente conocido como la palometa peluda es una
diminuta mariposa nocturna que posee pelos abdominales, los cuales son
sumamente urticantes. Sus
larvas habitan las zonas de mangle que se extienden desde el golfo de Paria en el estado
Sucre hasta los estados Monagas y el Delta Amacuro, en el oriente de Venezuela,
y en el Sur del Lago de Maracaibo en el estado Zulia.
Sin advertencia previa, el cielo se oscurece,
un murmullo se hace presente y el monstruo peludo finalmente llega a Piacóa, en
el Delta Amacuro. La comunidad se prepara a recibirlo; no es
la primera vez que se aparece, pero siempre su paso por el pueblo deja
vestigios de desgracias. En la casa de los Pacheco todo está listo para
resistir en cuarentena; es durante el paso del “engendro” que comienza esta
comedia insólita sobre las esperanzas fallidas, la suspensión de la
incredulidad como requisito para entender la realidad.
Un extraordinario elenco integrado por Aura
Rivas, Francis Rueda, Luis Domingo González y Margarita Morales, hace las
delicias del público con interpretaciones frescas, brillantes, plenas de
naturalidad en el gesto tanto como en el desempeño vocal, logrando remontarnos
a aquel remoto pueblo desde el cual el dramaturgo hace gala de su maestría con
la pluma para invitarnos a un paseo maravilloso por la identidad cultural
latinoamericana que concluye de una manera poéticamente sublime en una
exhortación sensible al rescate de nuestra identidad como nación, porque aunque
las dificultades nos asalten de sorpresa como aquella pavorosa plaga la
realidad es que aún tenemos mucho por hacer y rescatar.
No menos importante resulta el trabajo de
dirección a cargo del maestro Carlos Arroyo, un ser mágico que juega como un
niño a experimentar y descubrir siempre nuevos matices del hecho escénico logrando
reinventarse con esta obra, que si bien luce sencillamente correcta en su
puesta en escena termina deleitándonos con un cuadro final cargado de mágica
fantasía.
Así cerramos este 34 Festival de Teatro de
Occidente, una edición sin duda atravesada por la presencia intangible de dos
grandes personajes que siempre empeñaron su tiempo y esfuerzo personal para
fortalecer esta actividad surgida en la provincia venezolana: Carlos Herrera y
Rafael Sequera. Maestros, amigos, respaldos seguros de este festival, de la
Compañía Regional de Teatro de Portuguesa y de Guanare. En su memoria esta ha
sido una edición de lujo por su contenido, por la calidad de sus obras, por la
dedicación y el afecto empeñados para lograrlo. Nos vemos en 2017!
Comentarios
Publicar un comentario