Féminas al descubierto todos los viernes a las 8.
Complace siempre el surgimiento de nuevas propuestas,
el descubrir el trabajo de autores y directores emergentes, que además se hacen
espacios propios y se arriesgan a mostrarse aún sin grandes ambiciones.
Así nos encontramos con la obra Todos los viernes a las 8, escrita y dirigida por Erika Torres,
quien también asume la producción del espectáculo; en una función de estreno
que presenciamos en la Sala “Federico Collado” del Centro Teatral de Occidente “Herman
Lejter” de la ciudad de Guanare, el viernes 23 de agosto del 2013 a las 7:00
p.m. Con un elenco integrado por Edilsa Montilla, Josmary Aponte, Wilmary Pérez
y el debut como actriz de la cuentacuentos Ángela Marín.
Tres amigas, tres perspectivas femeninas, tres estilos
de vida, convergen en un patio de casa cada viernes a las 8 de la noche para
compartir noticias sobre sus vidas e intercambiar opiniones que se pasean de la
realidad al idealismo ida y vuelta. Conversaciones con ánimo de confesión
brotan entre aquellas mujeres y una de esas noches se animan a invitar una
cuarta participante para el encuentro semanal, una vendedora de juguetes
sexuales cuya vida se descubre sorpresivamente enlazada con la de su
anfitriona.
La directora nos invita a repasar varios aspectos de
la vida de las mujeres, sus silencios, sus desaciertos y la consecuencia de sus
decisiones en medio de una clave de comedia muy fresca que le permite al
público identificarse y disfrutar el espectáculo. Sin embargo, no se aprecian
intenciones dramáticas concretas o al menos la dirección no logra crear el
nivel de tensión que requieren algunas escenas para no quedarse en la risa como
reacción y manejarla como emoción.
Y es que hacer comedia no es sencillo, el destacado
grupo de actrices logra interesantes construcciones en sus personajes, con
oscilaciones pertinentes entre lo real y lo caricaturesco, pero no se muestran
totalmente auténticas y requieren una planta de movimientos más ajustada y
precisa para evitar redundancia en las acciones.
Por su parte, la plástica luce apropiada en el
vestuario pero no en la escenografía, la caja oscura endurece el espacio
escénico y las plantas restan teatralidad al conjunto, una estética minimalista
quizá sea lo más acertado en este caso para aportar valor artístico además de
lo funcional a la puesta en escena.
Sin embargo, es a partir del riesgo como se construyen
grandes logros y en este sentido Erika Torres ha hecho una gran apuesta por y
para el teatro, apuesta en la cual todos salimos ganando porque en definitiva
la diversificación de opciones, la búsqueda de sustentabilidad y la producción
independiente son aspectos que le aportan valor a la actividad teatral.
Animo a la directora y a todo su equipo a continuar trabajando en la maduración de su espectáculo, en las revisiones y ajustes necesarios para la consolidación de un producto que ya goza del aprecio del público como estímulo para seguir creciendo.
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