El camino del odio nos conduce al cementerio.
Pocas veces la sociedad humana se da permiso para encarar, de frente y sin tapujos, verdades que cohabitan la cotidianidad y que, son dejadas al margen porque se antojan agresivas pero fundamentalmente incómodas. El miedo es una de esas verdades, vivimos en una sociedad llena de miedo: al cambio, a lo diferente, al prejuicio, al otro, a nosotros mismos. El miedo se ha convertido en un enemigo silente, que apela a múltiples disfraces para infiltrarse en la vida y corroerla hasta su destrucción. Se nos atavía de moral, de costumbres, de arrogancia, de odio. Y cuando se convierte en odio entonces adquiere matices llenos de sutileza, porque la sociedad es muy hábil en eso de caminar de lado, de evadir y hacer como si “aquí no pasa nada”. Ya en la noche de clausura del XXXII Festival de Teatro de Occidente presenciamos, en la sala Alberto Ravara, algo más allá de las 7:40 pm. el grandioso espectáculo “Callejera”, que plantea el argumento de la homosexualidad como excusa p...