Zamora y los criminales invadieron el Festival de Teatro de Occidente 2017.


Si algo ha caracterizado al Festival de Teatro de Occidente (FTO) a lo largo de sus 35 ediciones es la variedad en las propuestas que conforman la cartelera de espectáculos. Esta característica precisamente es lo que lo convierte en la más importante vitrina del teatro nacional para el occidente del país.

Fieles a esta condición, el FTO nos ha entregado este martes 21 de noviembre dos espectáculos completamente opuestos en contenido tanto como en su concepción estética. 

Empezamos a eso de las 6:30 pm. En la sala “Federico Collado” donde la Compañía Nacional de Teatro nos presentó la obra de corte musical “Zamora, por aquí pasó”. A partir de textos de Aníbal Grunn basados en la vida de Ezequiel Zamora y bajo la dirección de Carlos Arroyo. Producción que ha sido realizada en el marco del bicentenario del natalicio de Zamora.


Probablemte haya sido Regifo el más prolijo de los dramaturgos que ha escrito sobre el General del pueblo, Ezequiel Zamora; sin embargo, en los últimos años se han venido conociendo nuevos textos que dan cuenta de su vida y obra de manera que ya no hay novedad en este sentido, entre otras cosas porque los hechos históricos deben estar ceñidos a la realidad. A pesar de esta consideración que podría tomarse como fundamento argumentativo, insisto en la falta de novedad en la propuesta que la CNT nos ofrece en este montaje que bordea peligrosamente la copia de otros montajes del propio Arroyo. Así elementos característicos de Lo que Dejó la Tempestad (Compañía Regional de Teatro de Portuguesa) y La Cantata del Rey Miguel (Teatro Negro de Barlovento) parecen resurgir ante la mirada que quienes conocen y aprecian la trayectoria del director.

El elenco por su parte luce desequilibrado en sus desempeños, entendiendo que es la música el eje fundamental de la propuesta pero que sigue habiendo importantes parlamentos. Asi las cosas el performance vocal de Livia Mendez en el papel de Paula Correa y Kala Fuenmayor como Estefania Falcón resulta impecable en ambas intérpretes mientras que Mendez supera a Fuenmayor en su desempeño actoral aportando verdad, organicidad y fuerza expresiva a su personaje. En el papel de Zamora encontramos a Nitay La Cruz, un histrión de potente registro vocal pero que rompe con su plástica corporal la línea de tiempo establecida a través de la puesta en escena con lo cual resta credibilidad a su caracterización. Mención aparte los problemas en relación a la planta de movimiento de todo el elenco, que lució fuera de luz en variadas ocasiones.

Es innegable el explícito y profundo sentido ideológico de este montaje, sin embargo, siento que pasa del coqueteo peligroso con lo doctrinario al panfleto abierto y sin reparos a través del video incorporado, esto sorprende porque si alguien ha sabido manejar con cautela estos aspectos ha sido precisamente el director Arroyo.

En resumen, una obra bien hecha, con un repertorio musical que se disfruta pero que posiblemente no alcance a superar la prueba del tiempo.



Continuamos la jornada a las 8:00 pm. De esta misma noche, esta vez en la sala “Alberto Ravara” donde nos encotramos con “Criminales”, una producción del Teatro de la Ópera de Maracay, escrita y dirigida por Reynaldo Hidalgo.

Tres vidas, tres historia, tres monólogos conectados por un hilo conductor: el crimen. Todo esto en una propuesta de tintes surrealistas y aires nihilistas.

Apenas se enfrenta el espacio escénico la puesta resulta cautivante y predispone a lo que habrá de venir, esto se complementa maravillosamente a través del diseño de iluminación, preciso e irreverente por su paleta de colores.

Son Daniel Vásquez, Daniel Romero y el propio Reynaldo Hidalgo; los encargado de dar vida a los protagonistas de cada una de las tres historias que son narradas como parte de una suite en la cual se trastocan roles y todos aparecen como víctimas y victimarios, criminales y verdugos, causa y consecuencia de su propio destino. Un desempeño limpio y preciso dentro del grotesco propio del personaje.

El Duque de Cardozo (Daniel Vásquez) hace una introducción casí lúdica al truculento temario y abre el camino en el cual estos criminales abren su mente invadiendo la del espectador para generar una catarsis social casi repugnante por lo necesaria. Le sigue el abogado Rogelio Marcano (Daniel Romero), a quien su vida íntima y conflictos emocionales sumergen en una espiral de culpa que lo arrastra al delirio y la muerte. Queda sin embargo, pendiente una revisión de este personaje por cuanto presenta problemas en su organicidad como en el manejo de la tensión emocional, restando con ello verdad al personaje así como fuerza para impactar al espectador.

Cierra esta triada el homicida Moisés Gallardo, un hombre devastado por el trauma a causa del abuso a que fue sometido durante su niñez. Un tránsito cíclico por estados de serenidad, ira, dolor hasta llegar el delirio y la anulación de la culpa sustituida por el placer de la venganza. Es así como llegamos a conocer su historia, sentir su dolor y espantarnos por las características de su crimen, para quedar nuevamente con la sensación de que algo no encaja y está mal. Destaca en este cuadro el manejo de las transiciones por parte del histrión acompañadas por la iluminación, en especial el uso del plano nadir para producir el agresivo impacto emocional que se requiere.

Resulta necesaria si, una revisión en el ritmo del montaje pues el tiempo atenta contra el interés del público que aborda con cansancio el último monólogo. Del mismo modo, el segundo monólogo produce un sucio sobre el espacio escénico que genera ruido al espectador y cuyo origen no queda del todo justificado como parte del performance. También el espejo presente en la escenografía nos deja llenos de preguntas por carecer de una justificación evidente o al menos guiñada de su presencia.

Indudablemente y a pesar de las revisiones planteadas, Criminales es un espectáculo potente, irreverente, corrosivo y al mismo tiempo lúdico. De esos que se agradecen sobre todo en estos festivales.


La noche concluyó una vez más en La Perra que Llora, el espacio donde público y artistas de las tablas coinciden en un cierre festivo de jornada.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Juguemos en el bosque mientras el lobo no está

25 años y sigue en flor mi planta de naranja lima.

Entre perros calientes y súplicas a Santa Rita Hayworth.