Amor y amistad, trama de intereses en Yepeto.

En un mundo donde los conceptos son más importantes que los mismos hechos, que exista confusión entre términos y trastoque de sentidos parece ser norma. Esto ha hecho que las relaciones interpersonales pasen con facilidad del disfrute social a la consulta de los terapeutas dado que sobre los conceptos se han venido acuñando los preconceptos.

El escritor argentino Roberto Cossa, conocido por una dramaturgia que indaga en el tema de las relaciones humanas, es el autor de “Yepeto” una obra densa que se hace digerible por la clave de comedia en que está presentada. Es la historia de dos personajes cruzados por un tercero que los enfrenta y conecta llevándolos a transitar un camino a través del cual van descubriendo las sutilezas de la amistad.



El sábado 25 de marzo acudimos al Centro Teatral de Occidente “Herman Lejter” para disfrutar en la sala “Federico Collado” de esta, la más reciente producción de la Compañía Regional de Teatro de Portuguesa y el Teatro Estable de Portuguesa en versión de Aníbal Grunn bajo la dirección de Carlos Arroyo y con actuaciones de Aníbal Grunn y Carlos Moreno. Una segunda mirada nos fue posible luego el 23 de mayo.

La experiencia y franqueza propias de la edad adulta se contrasta con la inseguridad de un joven estudiante que siente amenazada su relación amorosa con una compañera de estudios por la intervención de un profesor. Enfrentados en una trama de intereses, con cada encuentro van descubriendo que tal vez no ocupan posiciones tan opuestas como parece, sino que más bien comparten el mismo ángulo de perspectiva en quien los enfrenta, entonces en medio de los contrastes y las oposiciones naturales empieza a surgir una nueva relación hasta comprender que más allá de las excusas lo importante es la amistad.

Una dirección bien afinada concede al texto la preponderancia que le corresponde y logra el tono de comicidad con naturalidad en los histriones sobre una escenografía de líneas simples sin ser minimalista y que aporta justo la riqueza estética necesaria para, junto al diseño de iluminación, conducirnos con claridad por los cambios emocionales que experimentan los personajes.

Aníbal Grunn no se queda en personajes anteriores, con maestría consigue entregarnos un personaje creíble, orgánico y fluido de perfil propio. Carlos Moreno por su parte apela con entereza a sus capacidades y formación para mostrarnos un personaje a la altura del reto, logrando una satisfactoria evolución a lo largo de las funciones presentadas. Así ambos histriones van logrando una complicidad sobre la escena que no le es ajena al espectador y con la cual precisamente consiguen conectarlo emocionalmente a los acontecimientos para redimensionar un texto que nos es nada complaciente.

Un producto escénico que se disfruta y aplaude, un juguete teatral poco ambicioso pero si muy sólido en su argumentación, digerible y agradable más no fácil. Una razón más para seguir creyendo que el teatro puede, a pesar de lo adversas de las circunstancias actuales, transformar y transformarnos, reinventarse y seguir siendo el espacio propicio para que la vida pueda encontrarse consigo misma.

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